Casi mil convocatorias este miércoles es lo que refleja el mapa del 8 de marzo, en constante actualización desde este lunes. Se trata de manifestaciones nocturnas, talleres y otros actos durante los días 7 y 8, y también durante el fin de semana.
Las capas con mayor número de registros son las de manifestaciones del 8 de marzo, con más de 200, y concentraciones, con casi 300 este viernes. Desde que se lanzó el mapa este lunes, las capas de concentraciones y manifestaciones no han dejado de crecer, y se espera que siga siendo así hasta el viernes.
En los años 2019 y 2020 este mapa llegó a recoger más de 1.200 convocatorias. No obstante, el hecho de que la fecha oficial coincida con el comienzo del fin de semana está favoreciendo la convocatoria de actos y jornadas feministas durante el sábado y el domingo.
Convocatorias transexcluyentes y fin de algunas coordinadoras
Una de las novedades del mapa de este año es que el mapa especifica si las manifestaciones y otras convocatorias tienen un sesgo transexcluyente. Así, el mapa permite constatar que los principales núcleos de población cuentan con convocatorias diferenciadas, algo que ocurre en Valencia, Cádiz, León, Santiago de Compostela o Valladolid.
Esta información se hace tras contrastar sus manifiestos o sus posicionamientos en redes sociales, algunos de contenido altamente tránsfobo: “lobby transgenerista”, “experimento Mengele”, “contra el delirio trans”, “prou homes a l’esport, prou lleis trans” (basta de hombres en el deporte, basta de leyes trans) , “ni son mujeres ni forman parte del sujeto político del feminismo”, “contra el borrado de las mujeres y la idea reaccionaria del cuerpo equivocado”, “hay mucho más que el borrado de las mujeres y la experimentación farmacoquímica con nuestros niños y niñas” son algunas de las expresiones que utilizan quienes hacen estas convocatorias.
Otra novedad de este año es que se acusa la desaparición de las coordinadoras feministas estatales, autonómicas y provinciales. A pesar de eso, se observan elementos comunes en torno a Carlos Vermut, Dani Alves, el Se Acabó, el empoderamiento por las victorias de la selección femenina o el genocidio contra Palestina.
Fruto también de esta falta de relevo, motivada en parte por la división y la polarización alrededor de la ley trans vemos como sí ha desaparecido el tejido en algunos territorios como Melilla o Zafra.
Sin embargo, el mapa permite constatar cómo cristalizan algunos movimientos rurales. Si este trabajo ha permitido ver florecer muchos colectivos de forma explosiva y otros desaparecer, lo que se observa este año es cómo han cristalizado colectivos rurales.
Así, territorios como la Mancomunidad del Valle del Jerte han aprovechado los fondos del Pacto de Estado contra la Violencia de Género para organizar innumerables charlas que han creado a su alrededor un tejido asociativo fuerte. Por ejemplo, en esta zona fue el encuentro con una mujer víctima de violencia vicaria cuyos hijos han sido asesinados por la expareja lo que sirvió como catalizador para desarrollar actos conjuntos en todos sus pueblos durante todo el año en torno a la violencia de género y la violencia vicaria.
Hasta ahora, estábamos viendo entrar con fuerza a los colectivos que hundían sus raices en la anterior oleada feminista, la del 2014 y el Tren de la Libertad, reactivados por el Mee Too, la respuesta al caso de La Manada y la gran Huelga Feminista de 2019. Ahora empezamos a ver nuevos colectivos rurales consolidados; un nuevo sustrato feminista que se está formando con los fondos del Pacto de Estado contra la violencia de género, el Sí es Sí, el Se Acabó, el caso de los canteranos del Real Madrid o el caso Alves. Un nuevo sustrato feminista que no tenía experiencia previa antes de las oleadas feministas de 2019 y principios de 2020.
Estos colectivos con raíces locales están más centrados en la transformación de su entorno que en la transformación de las leyes. Buscan la concienciación y la divulgación en su entorno a través de la sororidad y el aprendizaje conjunto.